Front Endocrinol (Lausanne). 2020 Jul 16; 11:444.
Eleonora Moriconi, Alessandra Feraco, Vincenzo Marzolla, Marco Infante, Mauro Lombardo, Andrea Fabbri, Massimiliano Caprio
El tema de las enfermedades crónicas en el mundo requiere de múltiples abordajes. Por ejemplo, es bien sabido que el consumo de azúcares simples y el exceso de calorías tiene un papel importante en el desarrollo de estas enfermedades. Una estrategia para reducir calorías y azúcar es el uso de sustitutos endulzantes. Aunque el número de estos es muy grande se pueden clasificar en aquellos bajos en calorías, la mayoría alcoholes derivados de azúcares, y los endulzantes sin calorías, la mayoría preparados químicos (excepto la stevia).
Más allá de si estos sustitutos realmente reducen la ingesta calórica o no, están los efectos fisiológicos que producen, abordados en esta revisión del mes pasado. Tres grandes conclusiones se derivan de esta revisión: 1) los sustitutos bajos en calorías, al igual que el azúcar, estimulan centros de recompensa en el cerebro, que pueden asociarse a «adicción» (en este caso son mejores los que no aportan calorías); 2) todos los endulzantes aumentan a nivel intestinal la absorción de azúcares, lo que significa que no es buena idea combinar azúcar y endulzantes, porque se aumentará más la absorción de la primera; 3) parece no haber un endulzante calórico o no que esté 100% libre de otros efectos, como el más común que es la alteración de la microbiota intestinal.
Desde mi punto de vista, el más benéfico de todos los sustitutos es la stevia (estevia). Esta debe consumirse en dosis muy bajas, evitando combinarla con azúcar u otros sustitutos. Sin embargo, vale la pena decir que faltan estudios a largo plazo para evaluar la efectividad de todos los endulzantes, sobretodo de los más nuevos.